miércoles, 11 de noviembre de 2009

Lo que uno hace, otro deshace.

La ciudad se levantaba con un magnífico tiempo, acompañaba el sol para subir algunos grados...
Alegraba la mañana los "¡Buenos días!" de la repartidora de periódico gratuito, en la boca del metro

...
Dos minutos más tarde, esa misma mañana...

En un lado de la calle, un funcionario de limpieza afanoso trataba de quitar una terca colilla del pavimento... Tan metido en faena estaba, que no vio a la mujer de la bicicleta que estaba justo detrás de él; situación que solucionó con una amplia sonrisa y un "¡Lo siento!". Se apartó y siguió con su ocupación, la colilla.

Acababa justo -el funcionario- de triunfar contra su 'David' particular, cuando al mismo tiempo en el otro lado de la calle, una mujer almodovariana, es decir con tacón (de vértigo) y labios rojos, se deshace de una colilla de tabaco, la pisa fuerte contra el suelo... y parece que la historia volverá a repetirse.

Si es que lo que uno hace, el otro deshace...

3 comentarios:

Silvia A. A. Vasconcelos dijo...

¡Me gustó esta historia!

Mosh dijo...

Jeje! La perrilla de los tacones altos y los labios de carmín podría decir: si yo no tirase ninguna colilla, el funcionario estaría en el paro. Excusas de mal pagador, en todo caso

maggie dijo...

tienes razon!!!